Gabriel García Márquez, fue el primer escritor latinoamericano que me hizo sentir que disfrutaba una lectura. Crónica de una muerte anunciada, fue la novela en turno. Seguirían después, a lo largo de los años, otras más, que me hicieron apreciar a «el gabo», como el mejor escritor de lengua española, según mi gusto. Apenas hace un par de meses leí Memoria de mis putas tristes y aunque me faltan algunas de las obras mas conocidas por leer, es el, quien me ha dado los retratos mas entrañables de latinoamérica a través de sus novelas.
Personajes que dejan una herencia del tamaño de la que deja Gabriel García Márquez, simplemente no pueden morir. Se va su cuerpo, se va la posibilidad de crear mas; pero el se queda. En el prologo de su recopilatorio «doce cuentos peregrinos», donde hace alusión a un sueño que tuvo en el que asistía a su propio funeral, escribió:
Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne, pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que no veía desde hacía más tiempo. Al final de la ceremonia, cuando empezaron a irse, yo intenté acompañarlos, pero uno de ellos me hizo ver con una severidad terminante que para mí se había acabado la fiesta. «Eres el único que no puede irse» me dijo. Sólo entonces comprendí que morir es no estar nunca más con los amigos.
Pero siempre estará vivo en su obra.
Descanse en Paz Gabriel García Márquez.
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