Estaban por extinguirse las últimas trazas de luz diurna; escasamente luchaba contra la habitual sensación de ansiedad que me invade al caer la tarde. Esta sensación que me hace desear que se detenga el tiempo; que no avance más.
Alguna vez te conté que posiblemente sea porque al llegar el atardecer, no quiero que se escape el día sin haber hecho algo por mí mismo; algo que haga que el día valga la pena.
Solamente junto a ti, había sentido que podía llegar el atardecer sin sentir que mi corazón se agita; porque cuando estaba contigo, estaba en paz, en calma. Con la calma que me daba saber que contaba contigo; saber que por primera vez en mi vida, no había un rastro de duda en mi corazón; que podía cerrar mis ojos y decirte todo lo que sueño, anhelo, deseo o me inquieta, preocupa. Y que tú podías escucharme y abrir tus brazos a mi corazón.
Hoy que no estás, el viento fresco de Marzo sopla y trae más nubes. No importa la falta de calor. No importa que se oculte el sol. No importa que el cielo y la tierra se obscurezcan. Mi corazón se siente poco a poco en paz, me dejas la alegría de saber que pude ser yo. Me dejas la paz de que estás aquí, dentro de mí. Como el aire que respiro; como la sangre que me mantiene vivo.
~~ Fred.cpp – 2014-03-21
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