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Suplicó hasta que las anémonas del mar se marchitaron y murieron…

Suplicó hasta que las anémonas del mar se marchitaron y murieron. Hasta que el océano se heló y el hielo encapsuló el anfibiohelicóptero y también al Hada Azul encerrándola donde aún podía distinguirla, un fantasma azul en el cielo. Siempre allí. Siempre sonriéndole, siempre esperándole.

Con el tiempo, David dejó de moverse pero sus ojos permanecían siempre abiertos, mirando eternamente a través de la oscuridad de cada noche. Un día y otro día. (más…)